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La rave de Crystal Castles.

O los tipos más adulados de la electrónica actual, a falta de Justice o Simian Mobile Disco. Los favoritos de los hipsters en 2008 sacan la cabeza del tiesto con su electrónica visceral más humana. Curioso cómo un grupo que dice apenas escuchar ésta música se hace rápidamente  con todas las miradas. Los espasmos eléctricos en que basan sus canciones les han hecho saltar al must de un plumazo. La visión de Ethan Kath fichando a la desconocida ex-cantante punk Alice Glass y dirigiendo y produciendo todo el cotarro ha tenido casi toda la culpa. Aunque la personalidad de Alice ayuda sobremanera. En el escenario el boca-oreja les ha colgado la etiqueta de banda imprescindible en directo y con razón. No hace mucho sucedía en Barcelona, el show que como todos los que hacen son políticamente incorrectos, se les fue una vez más de las manos y dicen las malas lenguas que hubo más que palabras cuando Ethan se abalanzó sobre el personal de seguridad que intentaba separar al público de Alice, que en ese momento hacía surf entre la gente… Su papel de provocadora animal agita  a las masas y las mete de lleno en la dimensión de su música. Y sin lanzar ningún tipo de droga desde el escenario por supuesto.

Tiran de sintetizadores, beats más propios de videojuegos Atari y techno rimbombante y paranoico para lograr una música acuciosa que no deja a nadie indiferente y sí más de una boca abierta. La voz de Alice huye en la mayoría de los temas pero algo menos que en el disco debut.  Sus temas recrean sensaciones como la angustia o el miedo pero obviamente desde otra perspectiva a como lo hace el bueno de Burial, un maestro en ese aspecto.

Su segundo álbum aparecido y adelantado por el motivo de siempre durante éste año, es más presentable al gran público que el primero, y en algunos temas nos dejan escuchar  medianamente bien la voz de Alice Glass sin tantos filtros de por medio como sucedió en el primer álbum. No obstante basta ver la diferencia entre el Not in Love del álbum y la versión con Robert Smith para ver la noche y el día, y el consecuente potencial de éstos canadienses. Destacan también el techno de Baptism, donde escuchamos a Alice susurrando la letra casi ininteligible para resurgir chillándola apenas unos segundos más tarde. Aunque es en momentos como Celestica, donde podemos comprobar su buena voz cuasi angelical. En éste álbum marcan los tiempos,  te suben te llevan y te seducen como quieren, y ésto no es rock.

Es interesante también como se va consiguiendo un buen nexo entre el disco y un buen directo de música electrónica sin que resulte monótono y previsible. La próxima semana presentan Crystal Castles II en Madrid, una gran oportunidad para ver el espectáculo que son los de Ontario.  Porque si la electrónica es el futuro, éstos chicos parecen montados ya en el Delorean. Esperemos que no se los trague la tierra.

Salud

Dave.

Rock en guardia, electrónica de vanguardia.

Desconozco si debe llamarse fenómeno al caso de los mancunians Delphic. Una banda que algunas voces intentan desinflar por el marketing que supuestamente han recibido. Marketing que por otro lado apenas se percibe fuera de las islas británicas.

Delphic son sin duda una de las revelaciones de 2010. Son 4 tipos que se intentan marcar la enésima fundición de rock y electrónica desde la gastada perspectiva indie. Y todo para llegar a un público acomodado en los ritmos de Friendly Fires, Cut Copy o sus vecinos Foals. Como si la electrónica quisiera ser el nuevo rock.

¿Dónde está entonces la emoción de algo que ya está inventado? Pues precisamente reside en la facilidad para hacer temas bailables, energéticos, y más innovadores que lo que hayamos escuchado antes, sin caer del lado de la electrónica o el dance más clásico. Y hacerlo de modo que suene lo más original posible, sin caspa, para poder hacerse un hueco entre los ritmos más actuales. Ésto es, groso modo, lo que hizo Bloc Party, Justice, o los Klaxons, bandas de las que ahora beben los de Manchester.

Después sólo queda dar al play y disfrutar del viaje. El álbum se llama Acolyte y en conjunto tiene un ritmo frenético. De esos pocos que no importa repetirlo de nuevo apenas finaliza el último tema. Es la elegancia de la música más vanguardista. Un buen álbum para conducir. Delphic es una banda de rock que se codea con la electrónica, y no al revés. No tratan de repetir beats sin sentido, sino de acomodar su estilo y darle si hace falta la forma de post-rock que pueden tener temas como Acolyte.

Me parecen formidables los Red Light, el propio Acolyte, Halcyon o el tema que cierra el disco, Remain, que casualmente no fueron temas elegidos como singles, de momento. Y eso que éstos, Counterpoint, Doubt o This Momentary son tambien grandísimos temas. Ésto habla de la calidad del disco. Sin dejar un momento de respiro. Sus paisanos de New Order seguro están gratamente sorprendidos. Y es que ésto, es la definición del sonido más de moda.

Un disco que hace llamamientos a remixes se mire por donde se mire.

El 26 de Febrero actúan en Barcelona.

Salud.

D.